I Conferencia contra el hambre. Aportes de la Red de Solidaridad Popular

Lunes, 13 Abril, 2015
Áliva Díez
Derecho a la alimentación.
 
Hacer efectivo este derecho pasa por afirmar que existe un problema relacionado con el acceso a alimentos y hasta el momento, lo que existe es una negación oficial del problema.
 
Las instituciones públicas deben reconocer el hambre y asumir su responsabilidad, no delegándola directamente a organizaciones con fines sociales o al impulso ciudadano que hoy cubre con su acción las necesidades básicas de las personas.
 
Asegurar un umbral mínimo de ingresos (idea de la Renta Básica Universal) es una de las medidas que permiten a las familias seguir siendo los garantes de la alimentación de sus miembros, no cooptando esta función a través de otras formas de acceso a alimentos de carácter asistencial y abordando las necesidades nutricionales especiales.
 
Modalidades de reparto.
 
La RSP trabaja en base a una metodología participativa basada en el “yo doy, yo recibo” que genera una dinámica de reciprocidad y de implicación activa de las personas que participan en las despensas solidarias de alimentos.
 
Además, es fundamental la promoción de procesos de soberanía alimentaria, relacionados con la producción y el consumo de alimentos desde proyectos auto-gestionados, cooperativas, huertos urbanos que permiten situar a las personas en el centro de la acción, disminuyendo la dependencia de las familias de las entregas de alimentos y generando sostenibilidad e independencia en la producción y acceso a alimentos. Esto, en definitiva, es dignificar y no re-victimizar a las personas con un hecho que está presente cada día.
 
El acopio del producto.
 
Funcionamos en base a la detección participativa de necesidades. Esto ayuda a buscar soluciones realistas a dificultades reales y a adaptar la política pública a cada contexto, generando una mayor eficacia del dinero destinado a la alimentación.
 
Impulsar el comercio de cercanía y romper con la relación de dependencia exclusiva a una red comercial genera mecanismos de conocimiento, relación, confianza entre personas que conviven en un mismo barrio o ciudad. De forma indirecta, fomenta la creación de redes de solidaridad que son, en muchas ocasiones, herramientas de apoyo mutuo más sostenibles y mejor adaptadas a la realidad de las personas. Genera identidad, fomenta la consecución de medios de vida de personas próximas, activa la economía en lo local y pone en contacto redes de producción, comercio, distribución y consumo locales.
 
La participación de los afectados.
 
La RSP en general, y las despensas solidarias de alimentos en particular, funcionan en base a una lógica de potenciar que las personas pasen “de víctimas de la crisis a protagonistas del cambio”. 
 
La solidaridad ejercida entre iguales (sin jerarquías) requiere de la implicación de todas las partes. Solo así conseguimos participar de un proceso de transformación y bienestar común que puede empezar en lo más básico (como es la necesidad de acceder a alimentos) y continuar en otros ejercicios de transformación y participación social.
 
Este enfoque se sustenta en el cambio de las relaciones de poder y en el empoderamiento de las clases populares y trabajadoras a través de la participación activa y la auto-organización como proceso de concienciación y resiliencia colectivo.
 
Incidencia política.
 
Las despensas solidarias rehúyen al concepto de banco, de acumulación. Surgen para organizar  la provisión comunitaria de alimentos para afrontar las situaciones de emergencia social de los vecinos y vecinas más golpeados por la crisis. 
 
Su abastecimiento dependerá de la realidad de cada lugar, y quien da y recibe estará determinado por el trabajo en red que promueve la RSP como instrumento de resistencia y solidaridad comunitaria.

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